Pues mi experiencia comienza en el año 2008, Elena tenía un año y necesitábamos una guardería ya que ambos trabajábamos… dilema ¿cúal?. Visité varias, pero ninguna me convencía (era mi primera hija, tenía un año, ya iba reacia a cualquier tipo de guardería, era madre primeriza, en fin, se me pasaba por la cabeza de todo).
Decidimos pasar por una que había cerca del ”Mercadona”, en la calle Jabugo.
Secretaría estaba cerrada y llamé a una ventanita (hoy por hoy no haría eso…
¿cómo se me ocurriría a mi llamar? Pero bueno lo hice porque desconocía que
había detrás de esa ventanita), apareció una chica morena, pelo rizado (Vanesa) que me dijo que estaba con los pequeños en momento
relajación, que si quería mas información que me esperaban ese día a las cinco
la tarde para ver el centro.
A las cinco de la tarde otra chica morena (Pepa) y
rubia (Encarni) me recibieron y me enseñaron la guardería. No recuerdo si la
guardería en ese momento me pareció bonita o no, lo que sí me gustó fue el
trato recibido. Me encontré con dos personas educadas, cariñosas, amables, que
con tanta pasión me relataban el día a día con sus alumnos y en ese momento me di cuenta lo que realmente buscaba o
quería de una guardería donde iba a dejar Elena.
No quería una guardería con
suelo de parqué, grande, patio grande… (¡¡¡¡Qué con esto no quiero decir que no
me gusten las instalaciones!!! ¡¡¡¡Qué la guarde me encanta!!!! ), quería que
mi hija fuera cuidada y educada por personas humanas, cariñosas, divertidas,
profesionales… por personas que amaran su trabajo y es allí donde lo encontré. Y efectivamente no me equivoqué.
Aunque los primeros días de
Elena fueron duros (lloraba, aunque tiene ahora seis años y llora por todo), ya
poco a poco se fue adaptando y se despertaba por las mañanas gritando “Bibi y
Encarni”, traducido: “¡¡¡¡mama y papa a desayunar y a la guarde!!!!”. Con el
paso del tiempo, no solo estas profesionales daban lo mejor a los niños,
descubrí que aún les sobraba para los papas. Además de todo lo anterior, no
quisiera terminar sin dar también mi aprobación a las pautas marcadas por el
centro, programación, disciplina, excursiones, talleres, navidades, fin de curso…
En fin, resumiendo, mi experiencia es muy positiva. Víctor
ha tenido también la suerte de entrar en el centro este año (2012) con solo seis
meses y con la experiencia adquirida con Elena, no tengo ni la menor duda que
se encuentra en muy, muy buenas manos. Solo voy a poner una pequeña pega: a la
hora de salida, Víctor llora por quedarse… muy fuerte, no???... que soy su
madre!!!! Jejejeje….
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